El 3 de junio celebramos el Día Mundial de la Bicicleta, tal y como lo aprobó el 12 de abril de 2018 la ONU, para el fomento de su uso y en reconocimiento a la contribución del deporte al logro de los Objetivos del Desarrollo del Milenio, que además contribuye al Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
En esta resolución se reconoce su singularidad, longevidad y versatilidad de la bicicleta en sus más de dos siglos de uso, como medio de transporte sostenible, sencillo, asequible, fiable, limpio y ecológico que contribuye a la gestión ambiental y beneficia la salud.
Si nos retrotraemos esos dos largos siglos, la bicicleta nació en Francia en 1790 como celerífero, un artefacto fabricado por el conde Mede Sivrac, con dos ruedas ancladas a una estructura de madera, sin dirección y que se impulsaba por el rumbo del viento.
La evolución de ésta fue la draisiana, que llegó de Alemania en 1817 de la mano del inventor Karl Drais, quien le puso manillar, todavía sin dirección, y el movimiento de la rueda delantera con una palanca y la aceleración por la acción de los pies que de forma alternativa sobre el suelo.
En 1868 el francés Pierre Michaux se asoció con los hermanos Olivier y comenzaron a fabricar con un cuadro metálico su invento de 1861, el velocípedo, el primero que incluyó pedales, en el eje de su rueda delantera, con freno y un asiento con amortiguador. El furor de ésta hizo que se pasara de la fabricación inicial artesana de pocos ejemplares a la industrial de 200 bicicletas diarias.
Por esos años, el también francés Eugene Meyer la dotó de ruedas de radios de alambre y en Inglaterra James Starley aumentó de forma considerable la rueda delantera. A ambos se les considera los padres del biciclo, con una facilidad en su manejo y un importante aumento en su velocidad, de ahí que la peligrosidad en las caídas hizo que cayeran en desuso.
La bicicleta en la movilidad urbana conlleva un mayor riesgo para los ciclistas en accidentes de circulación
Fue John Kemp Starley, sobrino del anterior, el que en 1885 la hizo evolucionar a lo más parecido de las actuales bicicletas, dotándola de la seguridad que carecía las anteriores al igualar las dos ruedas, de menor tamaño, permitiendo alcanzar el suelo con los pies, con los pedales entre los dos ejes, frenos y tracción a la rueda trasera con una cadena. Luego, en 1889 el alemán Ernst Sachs la implementó con la rueda libre, que permitió inmovilizar los pedales cuando seguía la marcha.
La bicicleta como modo de transporte ecológico
En las últimas décadas, muchas grandes ciudades se han implicado en la transformación de los modos del transporte, con más medios colectivos públicos, frente a los automóviles tradicionales, y apostando por la bicicleta, más barata, más saludable y que contribuye a una sostenibilidad medioambiental en los desplazamientos diarios.
Para fomentar el uso de la bicicleta en la Unión Europea, en diciembre de 2021 la Comisión Europea publicó un nuevo Marco de Movilidad Urbana que contempla una serie de medidas que favorecen la movilidad eficiente y ecológica. Dos años después analizaron los innegables avances en muchas de ellas y diez ciudades, entre ellas las españolas Madrid, Valencia y Valladolid.
Vitoria-Gasteiz y Zaragoza, recibieron el Sello de Misión de la UE por sus planes para alcanzar la neutralidad climática en 2030, contribuyendo a reducir la contaminación atmosférica, la congestión de sus calles o el ruido excesivo.